sábado, 12 de noviembre de 2011

A Bordo del Naufragio


El día 2 de noviembre de 1998, un jurado compuesto por Salvador Clotas, Juan Cueto, Paloma Díaz-Mas, Luís Goytisolo, Esther Tusquets y el editor Jorge Herralde, otorgó el XVII Premio Herralde de Novela, por unanimidad, a “Los Detectives Salvajes” de Roberto Bolaño. Resultó finalista "Al Bordo del Naufragio", de Alberto Olmos.

Ese texto ocupa la página 7 de la primera novela de Alberto Olmos, un segoviano nacido en 1975 que debutó con una novela finalista de un premio prestigioso como el Herralde (concedido por Anagrama). Aquí me sorprenden muchas cosas: la primera es que yo apenas supiese quién es este tal Alberto Olmos (si bien es cierto que el pasado mes fue portada del Qué Leer). Obviamente, no conozco a los escritores españoles pero alguien que fue finalista con alguien como Bolaño... debería sonarme... O quizás no, porque las cosas están tan mal en el mundo editorial español, que quién sabe. También me sorprende que esta novela no sea muy conocida ni vendida y que después de haberla pedido por amazon me haya llegado una primera edición (1998) y que el libro esté en "Narrativas Hispánicas" (Bolaños ya está en Anagrama Compactos).

Aunque eso, me da más bien igual. Lo importante es que con su primera novela, Alberto Olmos, se ha ganado mi admiración y respeto como escritor español. A bordo del naufragio relata en segunda persona (cosa que ya choca) la vida de un joven desencantado con el mundo, que se levanta por la mañana para ir a la universidad, asqueado de la vida, y que se da pena a sí mismo. El tipo (que no tiene nombre) ha leído demasiado (según su abuelo) y juzga todo cuanto sucede a su alrededor con la mirada gris y pesimista de la adolescencia.

 Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde (Jaime Gil de Biedma)

Además de por sus buenas formas y el estilo de Olmos, que combina el presente con saltos al pasado (que nos hablan del pueblo dónde se crió el protagonista, y de sus abuelos) existen paisajes sencillamente brutales, de una profundidad y honestidad que me parecen abrumadoras. Por lo que recomiendo encarecidamente su lectura (aunque no me atrevería a recomendarla a todo el mundo). La novela tiene algunos errores, claro. Yo no soy demasiado experto en este tipo de primeras obras, pero puedo intuir que se nota que falta experiencia al escritor por el tema que trata (el desencanto con el mundo) y por cómo lo trata. Si le perdonamos esos tópicos que de vez en cuando sobrevuelan el relato, yo diría que es una muy buena primera obra. 

Mi conclusión es: muy recomendable para los amantes de la prosa cruel y desencantada que, si perdonan algunas licencias de Alberto Olmos, van a descubrir un libro magnífico, con 171 páginas en un estilo  muy diferente. 

miércoles, 2 de noviembre de 2011

De qué hablo cuando hablo de correr

Haruki Murakami se ha convertido en uno de los escritores japoneses más importantes que existen en la actualidad y es uno de mis escritores de cabecera. Su estilo inconfundible combina la prosa bien cuidada con el simbolismo de sus historias, en las que suelen aparecer personajes solitarios y melancólicos, a los que casi siempre me apetece abrazar por la ternura que me transmiten. 


Aunque en su libro, "De qué hablo cuando hablo de correr", Murakami no cuenta la vida de ningún personaje, sino que reflexiona sobre el placer de correr. En este ensayo, el aclamado escritor habla sobre su experiencia en maratones y ultra-maratones, y nos cuenta  lo que significa para él levantarse cada mañana (llueva o haga sol) para entrenarse. Murakami habla también de cómo llegó a escribir por primera vez y de cómo se fue dedicando cada vez más a la escritura, permitiéndonos entrar en sus comienzos de un modo directo y honesto.

Ciertamente, creo que el libro no está del todo bien escrito, o puede que sea yo quien me haya vuelto exigente con Murakami o esté poco acostumbrado a leer ensayos, pero creo que podrían pulirse algunos detalles de "estilo". Reconozco también que el hecho de que esté escrito a modo de diario, ha podido dificultar mi lectura, pero aún así ha sido un libro muy rápido de leer y se disfruta con mucho gusto. Porque es una lectura diferente que nos lleva "más allá" de la propia vida y nos mete en la mente del escritor. Así que lo recomendaría para quienes tengan ganas de buscar un "libro de paso" entre dos historias, o para quienes quiera pasar un rato entretenido reflexionando sobre el propio límite del cuerpo humano. Creo que este libro "oxigena" y nos invita a pensar sobre qué significa para cada uno de nosotros, "la superación".

Por cierto. El título hace referencia a una novela de Raymond Carver, "De qué hablo cuando hablo de amor".  Mi amor por Carver ha quedado de manifiesto en muchas ocasiones, y quisiera decir que Murakami se siente influido por Carver, al que ha traducido del inglés al japonés en numerosas ocasiones.