sábado, 4 de junio de 2011

El país de las últimas cosas


Título Original: In the Country of Last Things
Escritor: Paul Auster (1987)
Editorial: Anagrama

Estando en una boda hace un par de meses, una conocida me confesó que no le gustaba leer a Paul Auster: “Es como si una nube negra se posara sobre mi cuerpo y no me abandonase hasta que cierro el libro”, me dijo. “Así que no volveré a leer a Auster. No tengo necesidad de pasarlo mal mientras leo un libro”. Pues bien, si tomamos ese símil como cierto, podría decir que El País de las Últimas Cosas es el nubarrón más oscuro de todos los que pueden posarse sobre una persona.

La protagonista del libro es Anna Blume, una chica que nos narra en primera persona (casi a modo de cartas dirigidas a su novio) cómo transcurre todo en el País de las últimas cosas. Anna dejó la ciudad en la que vivía para ir allí al país de las últimas cosas en busca de su hermano, un joven periodista de investigación del que se perdió la huella cuando dejó de enviar las crónicas al periódico de la ciudad. “Y si no me encuentro con Williams, espero al menos encontrar a su sustituto. Quizás él sepa qué ha pasado con Williams”, dice Anna.

Pero encontrar a alguien en el país de las ultimas cosas no es una tarea sencilla. Los habitantes viven con la cabeza agachada, inmersos en la melancolía y la tristeza, robando y malviviendo, suicidándose o tratando de subsistir en un duro mundo; por eso todos rehúyen hablar del pasado e ignoran cualquier comentario que les evoque una vida diferente. “Si les preguntas por un avión, te miran raro, como simulando no saber de qué les hablas”.

¿Es acaso este libro la visión de hacia dónde va nuestro mundo? ¿Es una metáfora sobre nosotros mismos? No lo sé pero sin duda se trata de una triste nube negra, que se posa sobre el lector y lo entristece… Eso sí, ¡a mí me ha encantado el libro y lo considero uno de los mejores de Auster! Aunque no se me ocurría recomendárselo a la persona que encontré en la boda, claro está...